El Ángel sigue erguido y más bello

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 ig@dronegato

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Por: Abel de la Garza

Qué no hubiera visto –si viera- el majestuoso Ángel de la Independencia: tantos éxitos de la mano de grupos, de ideologías, de deportes y deportistas, de celebridades y celebraciones; hubiera visto cuántas personas han llorado a sus pies; cuántos accidentes mortales han ocurrido a su alrededor, cuántos niños que se pasman al verlo por primera vez.

Hubiera visto de reojo la habitación de Carlota, en el Castillo de Chapultepec, si es que se fueran contemporáneos, pero su más allegado cómplice de la historia fue Porfirio Díaz, quien mando a hacer esta gran calzada: El Paseo de Reforma, añorando su estancia en París por los Campos Elíseos.

Qué no hubiera visto: ¡La matanza de Tlaltelolco!, hubiera sido testigo en tantos juicios menores… y mayores; de buenas obras, de maratones, de delitos no castigados, de amores no realizados.

Ha visto terremotos desastrosos y ha sido víctima de uno de ellos. Nadie lo tira, la Independencia sigue en pie; solo, como a los humanos, nos tira la naturaleza.

Pero también ha sido testigo de grandes acontecimientos, como Juegos Olímpicos y Mundiales de Fútbol; de carreras entre vecinos y cascaritas entre habitantes de la Peralvillo.

Seguramente conoce a los verdaderos culpables de algunos crímenes del pasado… y del presente. Pero también conoce de grandes historias de amor.

Y saluda, con respeto, a la Virgen de Guadalupe desde las alturas, pues sonriente mira hacia la Basílica.

De cuántos mítines por peleas de derechos humanos, laborales y hasta políticos. Cuántas rodillas sangrantes hubiese querido curar, si fuera milagroso, que buscan un consuelo en el Cerro del Tepeyac.

Cuántos gobiernos han pasado; pero nadie lo tira. La Independencia sigue en pie.

Pero el Ángel no ve… es testigo mudo de la historia.

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