Alimentación y Covid-19, nueva etapa de las familias
En el mundo, los niños de entre 1 y 2 años, presentan los porcentajes más altos de desnutrición crónica. Este grupo coincide con la edad a la que muchos bebés dejan de ser amamantados, lo que refleja la importancia de la lactancia materna en la buena nutrición durante la primera infancia.
En México, 1 de cada 8 niños menores de 5 años presentan una talla baja (moderada o severa) para su edad, señala el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Ante ello, es necesario desarrollar una política de salud pública integral que coordine las acciones y programas para reducir la desnutrición, apoyar los ingresos de las familias más vulnerables y acompañar el cuidado en la primera infancia.
Hay que mencionar que la pandemia del Covid-19 ha modificado los hábitos de alimentación: la nueva familia busca reforzar el sistema inmunológico de los más pequeños y acceder a programas de bienestar. Es un cambio progresivo que debe ser acompañado de la orientación de los especialistas, como son los pediatras, en el caso de los niños.
“En la primera etapa del bebé, la principal proteína de la leche humana es alfa lactoalbúmina, que aporta crecimiento saludable, bienestar digestivo e inmunidad en todas las etapas”, dijo el Dr Benjamín Suárez, Director Médico de Sanulac Nutrición México.
Por ello, añadió, es necesario que las mamás tomen en cuenta que el consumo de la leche humana (para sus hijos) es el sello que marcará su crecimiento y desarrollo y que la lactancia materna es la base y los cimientos para el bienestar de la niñez.
De hecho, para quienes ya regresaron a trabajar deben seguir las recomendaciones de los pediatras sobre la mejor nutrición, y si el médico lo decide, se deben apoyar con fórmulas que contengan nutrientes lo más parecidos a la leche humana, es decir, que contenga las proteínas, grasas y carbohidratos esenciales para un sano crecimiento.
En una declaración conjunta la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Unicef mencionan que el inicio de la lactancia materna en la primera hora del nacimiento, seguida de la lactancia materna exclusiva durante seis meses y la continuación hasta los dos años o más, ofrecen una sólida línea de defensa contra todas las formas de malnutrición infantil, incluidas la emaciación y la obesidad.