50 años en los circuitos de Porsche Track Experience
Hace medio siglo Porsche creó su escuela de conducción deportiva para enseñar conocimientos técnicos, ayudar a los pilotos en su formación y vivir experiencias únicas sobre la pista. Estos son, desde entonces, los tres pilares sobre los que se asientan los cursos de conducción de la «Porsche Sportfahrschule».
Los vehículos deportivos de Zuffenhausen son cómodos y fáciles de llevar en una conducción relajada. Sin embargo, no es del todo sencillo saber dónde están sus límites en un uso exigente. De esto se dieron cuenta Fritz Huschke von Hanstein y Herbert Linge ya en la década de 1950. Von Hanstein compaginaba los cargos de director de Competición y jefe de Prensa de Porsche, mientras Linge hacía historia como piloto oficial y de desarrollo, y más tarde como impulsor de los coches de seguridad para el organismo rector del automovilismo (ONS) y como responsable de operaciones del Centro de Desarrollo de Weissach. En sus registros figura una primera jornada de entrenamiento con participación oficial de Porsche, el 8 de abril de 1954 en la localidad suiza de Lugano. No obstante, el primer curso de conducción como tal tuvo lugar en EE. UU. en 1956.
El concepto inicial sigue vigente hoy: primero, se lleva a cabo una inspección del recorrido a pie, en la que se dan instrucciones sobre el trazado ideal y los puntos de frenada; lo siguiente son unas vueltas al circuito con profesionales a bordo; en tercer lugar, se hacen distintos tipos de ejercicios y, por último, un análisis de la jornada.
En palabras de Linge: “El 80 % de los participantes eran conductores medios americanos que estaban acostumbrados a motores enormes y cambios automáticos. Para ellos, nuestros delicados deportivos con cambio manual, embrague y propulsores más potentes eran un terreno absolutamente inexplorado”. Pero el aprendizaje fue un éxito y despertó el entusiasmo general y el interés de la prensa.
Fundación de la “Porsche Sportfahrschule”
En la década de 1960 aumentó la demanda de cursos de conducción para el personal de Ventas de nuevos concesionarios, así como para los medios de comunicación y los clubs Porsche. Sin embargo, aún no se había descubierto el potencial de los cursos para clientes como investigación de mercado e impulso para las ventas. Eso cambió en 1974, justo el año en que se presentó el primer 911 Turbo. Con él se abrió una dimensión totalmente nueva en el mundo de los deportivos de calle, y no solo por sus cifras (260 CV, 343 Nm y más de 250 km/h de velocidad punta), sino porque, por primera vez, se incluía de serie la tecnología turbo probada en competición. El empuje que ofrecía el sistema de sobrealimentación era tan brutal que podía llegar a ser demasiado exigente para manos no expertas, sobre todo en curva, en maniobras de adelantamiento y sobre firme mojado. Esta dinámica tan exigente era un argumento de peso para institucionalizar los cursos de conducción y seguridad. Antes incluso de que saliera al mercado el 911 Turbo, Porsche fundó su escuela de conducción deportiva. Durante el primer año se realizaron cuatro cursos en tres circuitos distintos de Alemania, Bélgica y Francia.
Una nota de prensa de la época decía: “Los instructores son pilotos de pruebas y de competición de Porsche en activo. Una combinación de técnicos y profesionales del volante que transmiten a los participantes una perspectiva más profunda sobre la tecnología del vehículo y la técnica de conducción”. En la actualidad sigue siendo igual, ya que son trabajadores de Weissach y pilotos de Porsche quienes trasladan sus conocimientos a los conductores en el marco de la Porsche Track Experience. Así, la marca ha creado un nuevo rol de profesionales que combinan los talentos de un ingeniero con los de un instructor, lo que en alemán se denomina Instrukteure.
Oferta de cursos en circuitos internacionales
Para mejorar la experiencia y descargar en cierta medida a Weissach, ya en el año de la fundación de la escuela se decidió realizar los cursos en circuitos internacionales. En un primer momento, tener vehículo propio era condición indispensable para participar, si bien se admitían incluso modelos de otros fabricantes. Esto último sigue siendo así todavía hoy, una característica exclusiva que a menudo se ve recompensada cuando los asistentes vuelven a su segundo o tercer curso ya con un modelo de Zuffenhausen. “Era magnífico recibir directamente la respuesta de los clientes sobre las capacidades de nuestros coches y -muy importante- incorporarla a la empresa”, recuerda Claudia Schäffner. Ella tuvo una gran influencia en el desarrollo de la escuela de conducción deportiva entre los años 1980 y 2009.
Como directora de Proyecto, gestionaba cerca de una docena de cursos al año. En la era analógica eso suponía un montón de papeleo, sobre todo teniendo en cuenta que al principio era la única empleada a tiempo completo de la escuela. A su escritorio llegaban solicitudes de más de mil inscritos y ella se encargó de ir ampliando la red de instructores y colaboradores. Más tarde, los uniformes reforzaron la imagen global y las tazas de porcelana decoradas con motivos de vehículos sustituyeron a los vasos de papel para dar pie a una preciada colección de merchandising. En 1986 se organizó por primera vez un curso exclusivamente para mujeres. En 1990 tuvo lugar el primer curso de invierno en Austria y, en 1993, se estrenó como instructor el campeón del mundo de rallyes Walter Röhrl, una estrella de la competición del momento, igual que lo había sido en su día Wolfgang Graf Berghe von Trips, un piloto de Fórmula 1 al que había contratado Linge como instructor. “El ambiente era muy cordial”, recuerda Röhrl sobre su participación en el circuito italiano de Mugello. “Y el programa, muy acertado desde el punto de vista técnico y físico, acercó a los participantes aún más a la marca”.
También las actividades complementarias se fueron afinando cada vez más. Cuando el curso de invierno de 1996 se llevó al círculo polar ártico, en la localidad finlandesa de Rovaniemi había motos de nieve y flamantes 911 Carrera 4 para disfrute del personal. En una ocasión, Claudia Schäffner organizó incluso un viaje en un barco rompehielos, en el que los participantes tenían la posibilidad de darse un chapuzón en el mar ataviados con un traje de neopreno. En 1997, Rauno Aaltonen hizo los honores como instructor. La directora de Proyecto había incorporado a sus filas al “profesor de rallyes” finlandés tras un encuentro casual en un restaurante: En otra ocasión, en el circuito italiano de Imola, el piloto oficial de Porsche Bob Wollek daba vueltas a los participantes en un 911 GT1. En Magny-Cours, en Francia, la oferta de actividades incluía la conducción de monoplazas de Fórmula 3. Y poco después del cambio de milenio, cuando el Cayenne se sumó a la oferta de la gama, el equipo -que ya contaba con un amplio número de integrantes- empezó a diseñar eventos todoterreno.
De manera continua, han ido surgiendo ideas innovadoras para cumplir los deseos personales de los clientes. En la actualidad, también hay iniciativas específicas para coches deportivos cien por cien eléctricos. Visto en retrospectiva, queda claro que la actual Porsche Track Experience se asienta sobre los mismos cimientos que aquella escuela de conducción deportiva original.