Drácula de Luc Besson, estrambótica adaptación
El director francés, Luc Besson, estrena su adaptación fílmica de Drácula, basada (muy libremente) en la novela de Bram Stoker, dotando a la conocida historia de una serie de acontecimientos que hacen un homenaje al Drácula de Francis Ford Coppola (1992) con la actuación de Caleb Landry Jomes como el famoso vampiro, que se parece demasiado al de Gary Oldman, igualmente, Besson toma prestadas escenas y atmósferas icónicas del filme de los noventa.
También, ya de su propia cosecha, ubica la trama en París del siglo XIX en lugar de Londres y cambia los nombres de algunos personajes, por ejemplo no hay Van Helsing y sí, el Padre (Christoph Waltz).
Hay momentos un tanto estrambóticos como la presencia de unas pequeñas gárgolas en CGI que reemplazan a los gitanos, sirvientes del Conde, causando cierta hilaridad. Si bien la película es entretenida termina siendo una más en la larga fila de cintas sobre Drácula, algunas de gran calidad, otras paupérrimas, ésta se colocaría en un término medio, además que ya se nota cierta falta de interés en la labor cinematográfica del otrora genio, Besson.
Complementan el elenco Zoe Bleu (Mina/Elisabeta) y Matiñda de Angelis (María). La fortuna de Drácula es que siempre habrá interés de fans y espectadores casuales de diversas generaciones que querrán adentrarse a la mitología del chupasangre.