Autos, mota y rockandroll, la historia del concierto de Avándaro

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Por Juaqn Carlos Manrique

Después de mucha represión por fin los jóvenes tuvieron la oportunidad de disfrutar de la música y la convivencia.

 

El negro y el chaparro, Eduardo y Justino respectivamente tienen muchas metas en la vida, cada uno quiere demostrar a sus familias lo que vale, lo que puede aportar a la sociedad y a su país; mientras uno desea realizar una carrera para honrar la memoria de su padre, el otro quiere acercar a los jóvenes, darles esa confianza de que unidos pueden ser felices disfrutando de los éxitos del momento con el rock en español. Sin imaginar todo a lo que se van a enfrentar por ver cristalizado este propósito.

 

Aunque se ha realizado en otras ocasiones en distintos filmes nacionales e internacionales, el director J. M. Cravioto realiza un meta cine, el cine dentro del cine, falso documental sobre cómo dos amigos que se llevan muy bien desde su juventud ven la posibilidad de levantar algo desde sus cimientos, sin la experiencia o sin imaginar la trascendencia que algo así va a tener tanto para ellos como para el resto de una sociedad.

 

Si bien se hace una recreación lo más fidedigna a los hechos que llevaron a la creación del festival de Avándaro, lo cierto es que se hace una mofa de manera muy burda a la figura y la importancia que tuvo entre la juventud de los años 60 Javier Bátiz, donde una y otra vez hace mención de que fue la persona que le enseñó a tocar la guitarra a Carlos Santana como si eso hubiera sido la única contribución cuando no fue de esa manera. Aunque para no hacer uso del nombre real sólo lo mencionan o se refieren a él como “El Brujo”. Tan mal está en pantalla ese personaje que es lo que le rompe la seriedad a la película que hace de todo para que el público se de cuenta cómo fue realizar un espectáculo para jóvenes, en un periodo bastante complicado debido a que tan sólo unos meses atrás se había sucitado el lamentable incidente del llamado “Halconazo”, ocurrido la tarde del jueves de corpus, el 10 de junio de 1971.

 

Lo interesante del filme que está producido por el mismo Justino Compeán, es que

 

utilizan los nombres de muchos de los involucrados que fueron parte del festival de rock y ruedas de Avándaro, tales como Eduardo y Alfonso López Negrete, Luis de Llano Macedo, Armando Molina líder y fundador del grupo La Máquina del Sonido, Carlos Alazraki, Enrique Strauss, Vicente Fox; así como de las bandas que se dieron cita al llamado “Woodstock mexicano”, incluyendo a Emilio Azcárraga Milmo, dueño de la empresa Televisa, donde se recrea una conversación que se tuvo con él.

 

La dirección de fotografía a cargo de Diego Tenorio es muy buena porque combina la ficción con la realidad utilizando el metraje que se tiene del festival junto a las personas que se encargaron del arte, maquillaje y peinados; le dan esa credibilidad, aunque por momentos se nota el croma de la pantalla verde, pero fuera de ello personas que realmente estuvieron aquellos días en esa expresión de unidad, de libertad, de pasar un fin de semana alejados de la ciudad escuchando a los grupos que contaban con una identidad propia, con un lenguaje cercano, donde se sentían identificados con las vivencias de los jóvenes de hacer el amor, la paz y olvidarse de la guerra, de tantos malos y dolorosos momentos.

 

Para este concierto que se salió de control porque los jóvenes invadieron la pista de carreras donde se iba a disputar un campeonato de automóviles, se presentaron bandas como Los Dug Dug’s, El Epílogo, La división del norte, Tequila, Peace and love, El Ritual, Bandido, Los Yaki en su última etapa ya sin los vocalistas Benny Ibarra y José Luis Gazcón, pero teniendo la presencia femenina de Mayita Campos, Tinta Blanca, El amor y Three souls in my mind, con Alejandro Lora como vocalista.

 

Algo por lo que se recuerda mucho este evento es porque los jóvenes consumieron marihuana, peyote y alguna que otra droga alucinógena, para conectar aún más la música con lo sensorial. Además de que una joven ante la euforia del momento se fue quitando poco a poco la ropa hasta quedar completamente desnuda ante la mirada de los asistentes, así como de algunos miembros del ejército que se dieron cita para resguardar la seguridad. Aquí lo cuestionable en el filme es que sí hay alguien bailando como en ese momento, pero también hay un desnudo injustificado donde incluso hay un acercamiento a las partes pudendas de un caballero, algo muy gratuito e innecesario.

 

Más allá de querer dar un sermón o invitar a la reflexión, este filme muestra como una hermandad se puede llegar a romper porque cada quien siguió una meta de manera individual y no en conjunto como se debería haber hecho porque la carrera que dio origen a todo esto en realidad jamás se llevó a cabo y lo que quería que fuera una simple tardeada como a incios de la década anterior con grupos como Los Locos del Ritmo, Los Rebeldes del Rock, baladistas como Enrique Guzmán, César Costa y Angélica María entre muchos más, donde todo era tranquilo, incluso fresa. Pero aún así sin lograr los cometidos primigenios fue algo que no se había dado de tal manera, donde los jóvenes fueran en mása a un concierto, lo que hoy es tan común que ya ni emociona como en

 

aquella ocasión.

 

Aunque sí hubo mucho material grabado durante las horas que duró el concierto, la mayor parte fue decomisado por Televisa al utilizar sus cámaras; más de 50 años han pasado y a la fecha se sigue sin mostrar en su totalidad lo que en realidad pasó.

 

Se estrena este 11 de septiembre.

Director: J. M. Cravioto.

Guion: J. M. Cravioto, Christian Cueva, Ricardo Farías. Productor: J. M. Cravioto, Justino Compeán, Javier Nuño.

Protagonistas: Emiliano Zurita, Alejandro Speitzer, Juan Pablo de Santiago. Música: Francisco Cravioto.

Año de producción: 2025. País: México.

Compañía distribuidora: Cinépolis Distribución. Fecha de estreno: 11 de septiembre.

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