Los Derechos de los niños, niñas y adolescentes ¿un catálogo de buenas intenciones?
De acuerdo a lo dispuesto en la Ley General de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, en la Convención sobre los Derechos del Niño, en Tratados Internacionales y en las demás leyes aplicables, se reconoce a niños, niñas y adolescentes como titulares de derechos fundamentales, de forma que dentro de la Ley se han garantizado condiciones que les deben permitir tener un desarrollo físico, emocional y social saludable. Sin embargo, cabe cuestionar si en realidad son verdaderos derechos materializados en una auténtica protección para los menores o tan solo se han convertido en un catálogo de “buenas intenciones”. Veamos.
Un primer derecho que implica muchos otros se identifica con la dignidad de la niñez, que es el respeto a la calidad de vida con todo lo que esto implica. De ahí se desprenden principios tan importantes como la vida, la supervivencia, la salud y el desarrollo integral. En este contexto valdría la pena cuestionar si en realidad el Estado actual tutela esta importante gama de derechos, sobre todo en temas tan relevantes como la salud dentro de una mortífera pandemia, ya que a pesar de que casi todos los Estados y organismos internacionales lo tienen autorizado, sigue sin vacunarse a los menores de edad, poniéndolos en franco peligro no solo de enfermar sino incluso de morir vulnerando así otro derecho básico que es la preponderancia al interés superior de la niñez.
De igual forma destaca el derecho del menor a una familia que le propicie un desarrollo integral, es decir que tiene derecho a crecer en una comunidad funcional y libre de violencia; no obstante, al revisar las estadísticas se advierte que temas como la depresión y la ansiedad en los niños se han incrementado de manera importante, ello sin considerar que la vida actual, saturada de tecnología y de falta de convivencia, han ocasionado que la familia se vaya diluyendo y reduciendo a grupo de personas que viven juntas con un espacio físico pero sin tiempo para el intercambio de emociones y sentimientos, y menos aún para la recepción de valores morales y éticos que hagan de esos menores seres comprometidos con un mañana más significativo y estable tanto a nivel individual como colectivo.
Destaca también el derecho a vivir en condiciones de bienestar y en la búsqueda del sano desarrollo integral de los menores, ¿será que las condiciones actuales políticas, sociales, culturales, económicas y personales abonan en verdad al bienestar y desarrollo de nuestros niños?.
Me parece que en todas las interrogantes planteadas la respuesta es no; es decir, pareciera comprobarse que los derechos humanos de la niñez en todos los ordenamientos nacionales e internacionales son solo un catálogo de “buenas intenciones” que no llegan a materializarse en la vida real.
Ante esto cabe cuestionarse, ¿qué estamos haciendo como sociedad para cumplir con los ordenamientos que nos permitan garantizar el compromiso que tenemos con nuestra niñez?. Quizá el primer punto es acercarnos a la reflexión individual y entender que un país que descuida a sus niños es una Nación con un futuro a la deriva, incierto y aterrador.
Selina Haidé Avante Juárez, Magistrada del Segundo Tribunal Colegiado de Circuito del Centro Auxiliar Cuarta Región, Xalapa, Veracruz.