Anhedonia musical específica o la insonorización del ser
Mientras que para algunos el disfrute de la música resulta parte esencial de su día a día, e incluso una extensión natural de la memoria que les remite a diversas experiencias de vida, estudios realizados por el grupo de Cognición y Plasticidad Cerebral de la Universidad de Barcelona y el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge, han podido determinar que entre el 3% y 5% de la población mundial no siente ningún tipo de placer con dicha expresión artística.
La causa de esa anomalía tanto en el córtex auditivo como en el sistema de recompensa recibe el nombre de anhedonia musical específica, misma que les impide conectar emocionalmente con la música, pero no con otros tipos de estímulos o sensaciones agradables como lo hace la anhedonia general.
… “entre el 3% y 5% de la población mundial no siente ningún tipo de placer con la música” …
La investigación contó con la participación de voluntarios que fueron sondeados a través baterías de preguntas sobre sus vínculos con la música y sometidos a resonancias magnéticas que mostraron una baja en su actividad neuronal al escuchar diversas piezas, sobre todo en una zona del cerebro llamada núcleo de accumbes.
A lo largo de la humanidad, el vínculo de la música con la emocionalidad de las personas ha hecho que se convierta en una de las artes más valoradas, de tal manera que científicos como Charles Darwin en su obra “El Origen del hombre y la selección en relación al sexo” publicada en 1871, aseveró que tanto el canto como las armonías fueron creadas por los ancestros como una manera de propiciar la reproducción y evolución de la especie, tal como lo llevan a cabo las aves con su trino, lo cual nos ayuda a comprender mejor la conexión que existe entre la musicalidad y nuestras pulsiones primarias como individuos.
“Anomalía cerebral sin cura”
Por su parte, el filósofo y físico matemático René Descartes publicó en 1637 el “Compendium musicae”, en el que a través de la regla de la evidencia musical sobre el sonido y la percepción que genera en el oído humano, propuso en algunos de sus postulados que todo sentido es susceptible a ser deleitado y que entre más variedad exista en los matices sonoros dentro de una secuencia, más agradables resulta para la gente, pero, ¿qué sucede cuando no se cuenta con las condiciones biológicas para disfrutar de ese fenómeno sonoro?
La anhedonia musical específica no tiene tratamiento y tampoco supone un peligro mortal, sin embargo, sí puede afectar la integración social de las personas ya que la música también es parte de la identidad de los individuos y al no conectar emocionalmente con esos códigos, podría generarse un sentimiento de poca aceptación o aislamiento.
Los escuchas con esta desvinculación emocional, perciben de manera clara las secuencias rítmicas, los tonos y los matices de una melodía, por lo que no se les debe confundir con las personas que padecen amusia, cuyos cuadros clínicos han sido descritos como una incapacidad total para silbar, cantar, identificar tonalidades, o interpretar ritmos, escribir y leer música.
¿La vida sin música sería un error?
La complejidad que rodea a las personas con anhedonia musical podría llevarnos a cuestionar aquella frase nietzchiana que repiten incansablemente los melómanos; ¿de verdad la vida sin música sería un error? Quizás muy pocas veces la gente se ha preguntado cómo sobreviven en un mundo sonoramente hiper-saturado todos aquellos que jamás escuchan música.
Como especie, nuestro desarrollo cognitivo y vínculo con el entorno más inmediato, aún desde el vientre materno, se ve favorecido por nuestro oído y el sonido, pero tal cómo sucede con la vista, no todos observamos y escuchamos igual. Hemos normalizado la música de fondo en restaurantes, salas de espera, centros comerciales, elevadores, transporte colectivo y contestadoras telefónicas, pareciera que algo nos impulsa a ponerle ritmo a todo lo que hacemos.
Y es que además de las emociones que genera la música en los seres humanos, está estrechamente ligada con otros aspectos importantes dentro del sistema motor, algo que también complica el disfrute colectivo de los pacientes con anhedonia musical, ya que un buen número de ellos no saben cómo actuar durante fiestas familiares o eventos masivos donde la gente propicia un relacionamiento a través del baile.
Es claro que las personas con este padecimiento viven a diario en entornos poco igualitario, pues la lógica moderna del mundo ha sido formulada bajo un enfoque capitalista en pro del disfrute y la constante toma de decisiones a partir de estímulos, por lo que este tipo de anomalías todavía poco estudiadas, están más allá de la aceptación social de la otredad y la distinción.