Arriésgate a entrar a «Profesión peligro»
Ryan Goslin y Emily Blunt regresan a la pantalla grande con Profesión peligro, bajo la dirección de David Leitch, en una cinta basada en la serie de TV de los ochenta del mismo nombre. Si bien este dúo de histriones logró el éxito el año pasado con papeles secundarios, en Barbie y Oppenheimer, respectivamente, en esta ocasión, cada uno tratará de mostrar su nivel de estrella hollywoodense, con miras de tornarse en atracción de taquilla.
De hecho, sus nombres son lo único interesante del filme, ya que se trata de una historia insulsa y simplona, pésimamente ejecutada con todo y que el realizador, como ex doble de acción, debería estar familiarizado con la consecución de escenas de adrenalina inolvidables.
Así, la cinta no se sustenta más que en una intriga rocambolesca en la que, tras la desaparición de un actor, Tom (Aaron Taylor-Johnson), Colt (Goslin) intentará encontrarlo antes de que la compañía productora cancele el filme que dirige su amada ex novia, Jody (Blunt). Entre comedia blanca y giros de tuerca previsibles, Goslin navega con un personaje que parece extensión de su Ken, haciendo bromas cada que puede o exhibiendo su atractivo físico que vuelve loco a su público.
Blunt igualmente realiza un rol demasiado sencillo, sin carisma ni impacto, olvidable para su extensa filmografía de mujeres fuertes e interesantes. De pronto se convierte en la damisela en peligro, y junto con Ryan, en una pareja cursi y ridícula. Igualmente, el posible James Bond, Taylor-Johnson, ejecuta con pobreza al villano en turno, un individuo tan insulso que es capaz, cual Xóchitl Gálvez, de abrir la boca hasta para auto-incriminarse. En todo momento se nota la falta de capacidad de Leitch como director de actores, ya que pareciera que dejó a todo el elenco jugar al histrión, tornándose en un producto caótico.
Por momentos, Profesión peligro quisiera brindar un homenaje a los héroes de acción de décadas pasadas, ya que Goslin es el eje central de la película, arremedando a los paladines que encarnaron Bruce Willis o Sylvester Stallone, y que ahora han sido reducidos al escarnio. Quizá lo único sobresaliente es la escena pos-créditos, la cual sorprenderá a la vieja guardia de cinéfilos.