Deadpool y Wolverine, ¿queda a deber?

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Llega a salas la multipromocionada Deadpool y Wolverine, el filme más reciente de Marvel Studios, bajo la dirección de Shawn Levy, y protagonizada por Hugh Jackman como el súper-héroe de las garras de adamantium y Ryan Reynolds, dando vida por cuarta vez al mercenario bocón del traje rojo. La cinta es más de lo mismo que ha ofrecido Marvel-Disney desde la pandemia, una trama exageradamente cómica, con chistes reciclados y un tanto escatológicos, los cuales resultan jocosos para una porción del público pero nefastos y de bajo calibre para otra tanta porción de la audiencia.

Acción hay al por mayor, así como el lucimiento de los dos paladines titulares y hasta una villana interesante, Cassandra Nova (Emma Corrin), quien plantea un serio desafío para el combo heroico. En materia de los cameos sorpresivos, el filme queda a deber, en gran medida a que se tratan de personajes de medio pelo o que parten más bien de un fan service. Deadpool y Wolverine no se atrevió a lo que hizo Sony, al presentar en una misma historia a los tres actores que han dado vida a Spider-Man en el Séptimo Arte. Podría considerarse que esta serie de cameos son tan decepcionantes como los suscitados en la segunda entrega de Doctor Strange.

Sobre si se revela quien encarna a Lady Deadpool, y sin hacer spoilers flagrantes, puedo decir que lo más probable es que salgas del cine decepcionado, sintiéndote víctima de un marketing desbordado. Igualmente, a pesar del anuncio que hizo el mandamás de Marvel Studios, Kevin Feige, sobre que esta película representa el inicio de la era de los mutantes en el UCM, la realidad es que Deadpool y Wolverine se contiene dentro del desarrollo que estos personajes pueden alcanzar; lo que sí aporta es que por fin Marvel decidió salir del clóset y aceptar que los multiversos existen y que se pueden combinar personajes de las Tierras alternativas.

Otro punto que será digno de confusión son las constantes referencias dentro de la trama sobre la adquisición de Fox por parte de Disney ya que, sobre todo la Gen Z y los Alfa, eran muy pequeños o ni siquiera habían nacido cuando se suscitó dicha transacción, amén que el público no está obligado a conocer la Biblia Marvel al derecho y al revés, factor que será importante para el éxito o fracaso del filme. En resumidas cuentas, Marvel parece estancado en su propio juego, sigue optando por la comedia como elemento relevante cuando bien podría realizar historias serias en torno a sus personajes.

Sin embargo, el futuro de Disney-Marvel no depende de Deadpool y Wolverine, mucho menos de Capitán América 4, a estrenarse el próximo febrero, sino de Los Cuatro Fantásticos del verano de 2025, cinta que bien podría encarrilar el concepto original de Feige, el de construir varios capítulos con miras a un desenlace monumental, combinado con una nueva visión de X-Men. Ambas franquicias son dignas de un reboot, lo cual, ¿no representa en sí la solución para regenerar la trascendencia marvelita? ¿Por qué la necedad de no recastear a los icónicos Capitán América, Iron Man o Thor?

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