Casi el paraíso, la falsedad de los nacionalismos
Por Fátima Sánchez
Cortinas de humo, escándalos mediáticos, lujos y excesos son algunas características con las que de vez en cuando relacionamos a los políticos, y en el caso de México y Latinoamérica es particular el amor-odio que ciertos personajes llegan a causar desde el inicio hasta el final de su carrera dentro de cualquier puesto de esta índole.
Pero algo que pocas veces imaginamos es el hecho que no solo en nuestros países pasan este tipo de situaciones: caemos en la idealización del extranjero, lo sobrevaloramos e inclusive le hemos puesto una corona que enaltece su origen, todo más allá de la cordialidad que nos caracteriza.
Y con todo esto solo podemos decir que sí, México podría ser un Edén para aquel que llega del Primer Mundo, para el blanco y el privilegiado, bien representado por el director Edgar San Juan en Casi El Paraíso. Cinta en la que conoceremos al falso Conde Ugo Conti, un italiano que después de ciertos sucesos obtiene dicho título y llega a México, donde conoce a los Rondia, familia formada por Teresa (Karol Sevilla), Alicia (Yuridia del Valle) y Alonso (Miguel Rodarte), poderoso e influyente político mexicano, quienes le abrirán las puertas y le darán la vida de rey que siempre soñó.
Basada en la novela del mismo nombre, del autor Luis Spota, esta cinta homenajea a nuestro país, que pareciera detenido en el tiempo en cuestiones políticas, en donde la corrupción y las influencias nunca han dejado de ser primordiales para crecer, sin dejar de lado que en la actualidad son las redes sociales un factor importante para mover la brújula del posicionamiento, estableciendo quienes serán los protagonistas y quienes serán los “cancelados”.
Con una estética que resalta el brillo y la luz del país Azteca, por delante del cálido sepia que remarca las calles de Italia en el pasado, haciendo ese hermoso contraste en donde por encima de todo, está vez no somos nosotros los opacados por el característico amarillo con el que se nos ha coloreado.