Enternécete con Mi amigo el Pingüino
Por Francisco López
Las películas que tratan sobre la relación entre los seres humanos y las personas, bien podrían formar un subgénero. Por lo regular tocan puntos y tramas similares. La diferencia está en la habilidad del director y en la capacidad de los guionistas para adaptar y expandir historias que muchas veces son pequeñas anécdotas.
David Schurmann, tiene una larga experiencia en realizaciones para televisión y documentales toma un suceso que se volvió viral en 2011, todo un suceso para los brasileños, especialmente para los habitantes de Río de Janeiro y convierte una nota que apenas rebasa un par de párrafos para entregarnos una película que toca temas profundos de la sensibilidad humana.
Joao es un pescador que lleva años aislado de su comunidad, marcado por una tragedia que no puede superar, pero la casualidad, el destino, le hacen encontrarse con un pingüino de Magallanes que se extravió en su migración anual, llegando casi moribundo a la playa donde vive.
Así lo que parece ser un simple acto de caridad y humanidad se torna en una relación que le devuelva a Joao la alegría perdida te da un nuevo sentido a su vida.
Contada de una forma que pudo ser contrastante, mostrando tanto paisajes costeros y marítimos inmensos, al mismo tiempo que la narrativa principal se desarrolla en un espacio íntimo, esta cinta se apoya principalmente en las interpretaciones, tanto de los actores, como de las aves que se usaron en el rodaje.
Jean Reno entrega una actuación sutil pero llena de pequeños matices, que comunica de manera fácil y directa las emociones y sentimientos de un hombre sencillo, cuya vida es una monotonía total. Por otro lado, Adriana Barraza, quien hace el papel de la esposa, complementa la actuación de Reno con una interpretación más vivaz, más expresiva Entre ambos forman una pareja totalmente creíble y que a momentos llega a ser entrañable, pues consiguen que el público se identifique con sus acciones, son gente común en una situación muy poco común.
Esta película brilla en el apartado técnico, pues explota al máximo los recursos de la producción y con ingenio consigue que el pingüino Din-Dim sea un verdadero personaje con características propias y que consigue la empatía de los espectadores. Las tomas muestran un paisaje bello y acogedor, un paraje que aunque ambientado en Brasil, cualquier latinoamericano encontrará familiar de alguna forma. Los amigos, los vecinos, las calles; todo se siente cercano y como si uno formará parte de esa comunidad.
Los elementos agregados a la historia funcionan bien y ayudan a construir la comedia ligera y el drama que vemos a lo largo de 97 minutos, donde pasamos de la expectativa a la risa, al drama y a la angustia.
En palabras del director, no estamos viendo a una persona que salva a un animal, somo testigos de cómo un animal salva a una persona: y como dice el protagonista, Din-Dim no es una mascota, es un amigo y esta amistad que supera todos los obstáculos termina dejándonos un mensaje esperanzador: no importa cuanto pensemos que todo está perdido, la vida siempre nos dará una nueva oportunidad.
