La infertilidad en México afecta a una de cada tres personas
Cada 4 de junio se conmemora el Día Mundial de la Fertilidad, una fecha que busca poner en el centro la salud reproductiva, sus retos y la importancia de ofrecer soluciones médicas claras, avanzadas y empáticas a quienes enfrentan dificultades para concebir.
La infertilidad no siempre es visible, pero afecta a millones de personas en todo el mundo. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, cerca de 186 millones de personas y 48 millones de parejas viven con esta condición, que se define como la incapacidad para lograr un embarazo después de 12 meses de relaciones sexuales frecuentes sin protección, o 6 meses si la mujer tiene más de 35 años.
En México, 1 de cada 3 personas no logrará concebir de forma natural. Aunque las causas pueden ser múltiples, el camino hacia un diagnóstico certero y un tratamiento adecuado suele estar marcado por la incertidumbre y la desinformación.
Desde el Instituto Ingenes, la directora Médica, la doctora Claudia Castillo, ginecóloga con alta especialidad en Biología de la Reproducción Humana, menciona en que cada historia de fertilidad debe comenzar con información precisa. “El primer paso debe ser una evaluación médica integral que considere todos los factores, tanto femeninos como masculinos. Un diagnóstico claro no solo detecta, también guía”, afirma la doctora, quien forma parte de asociaciones como la ESHRE y la AMMR, y está certificada por el COMEGO.
Los datos permiten dimensionar el problema. El 40% de los casos de infertilidad se deben a causas femeninas, otro 40% a causas masculinas, 10% a una combinación de ambos factores y el 10% restante sigue sin explicación definida. En las mujeres, pueden influir alteraciones uterinas, ovulatorias, o tubáricas. En los hombres, los principales factores están relacionados con la calidad y cantidad de espermatozoides, así como problemas en la eyaculación o disfunción sexual.
La edad también tiene un peso importante. Aunque suele pensarse que mientras haya menstruación hay posibilidad de embarazo, la realidad es más compleja. Una mujer menor de 30 años tiene menos de 20% de probabilidad de embarazarse cada mes. Después de los 40, esta cifra cae a 5%. Las mujeres nacen con un número limitado de óvulos que disminuye con los años. No solo se reduce la cantidad, también baja la calidad, y eso complica aún más las posibilidades de lograr tener un bebé.
Al margen de los datos médicos, hay otro aspecto que no puede ignorarse, el emocional. Aunque el estrés no es una causa directa de infertilidad, sí impacta la forma en que se vive el proceso. Por eso se necesita un enfoque integral que incluya acompañamiento psicológico y sensibilidad clínica. Tomar decisiones con claridad, sentirse acompañado y reducir la ansiedad también forman parte del tratamiento.
Las técnicas para tratar la infertilidad son diversas y deben adaptarse a cada caso. Desde métodos de baja complejidad, como el coito programado o la inseminación artificial, hasta opciones más avanzadas como la fecundación in vitro, la restauración de óvulos, entre otros. Un programa multiciclo es clave para mejorar las posibilidades de éxito.
En este proceso, el laboratorio no es un elemento secundario. Según cifras del Instituto, más del 55% del éxito de un tratamiento depende de lo que ocurre ahí, desde la calidad de los equipos hasta la precisión de los procedimientos y el seguimiento de protocolos. Contar con instalaciones y tecnología avanzada marca una diferencia real.
A través de programas multiciclo, Ingenes ha logrado tasas acumuladas de éxito de hasta 96%. Lejos de repetir un tratamiento, estos programas permiten analizar cada intento, hacer ajustes y tomar decisiones clínicas mejor fundamentadas. La experiencia no se resume en años, también se construye con cada paso revisado y cada ajuste documentado.
Elegir el lugar donde se buscará una alternativa reproductiva implica considerar factores como la continuidad del tratamiento, la claridad en los resultados, el respaldo institucional y la experiencia del equipo. En estos casos, la transparencia y la capacidad de comunicar avances con evidencia son esenciales.
El Día Mundial de la Fertilidad invita a hablar de un tema que todavía se evita en muchos espacios. Ponerlo sobre la mesa es un paso necesario para desmantelar estigmas, cuestionar prejuicios y ampliar el acceso a opciones reales. Detrás de cada diagnóstico hay una historia concreta y, con ella, una búsqueda legítima. La información clara y el respaldo médico son parte del camino. Y en muchos casos, también hacen la diferencia.