Cacería de brujas: entre la culpa y el silencio, la verdad se diluye

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Por Ana Acosta Sañudo

Cacería de brujas (After the Hunt), dirigida por Luca Guadagnino y protagonizada por Julia Roberts, Michael Stuhlbarg, Andrew Garfield y Ayo Edebiri, es una película que se adentra en uno de los temas más incómodos y actuales: el abuso de poder dentro del ámbito académico. El filme explora las consecuencias emocionales y sociales que surgen tras una denuncia de abuso entre un profesor y una alumna, y cómo el hecho repercute no solo en la víctima, sino también en todos los que la rodean.

Con un tono sobrio y una puesta en escena que prioriza la tensión sobre el dramatismo, Guadagnino construye un relato donde el silencio pesa tanto como la palabra. La historia evita los juicios fáciles y se mueve entre la duda, la culpa y la ambigüedad moral. A través de diálogos densos y momentos introspectivos, el director invita a reflexionar sobre la delgada línea entre la autoridad, la confianza y la manipulación.

El filme no teme incomodar. Aborda de frente la vulnerabilidad de las víctimas, las omisiones institucionales y el efecto corrosivo del miedo a hablar. Sin embargo, su ritmo pausado y sus discusiones filosóficas pueden resultar difíciles de seguir para quienes no estén familiarizados con los debates éticos o teóricos que plantea. Es una película exigente, que demanda atención y paciencia, pero también sensibilidad.

Aunque difícil de procesar en varios momentos, Cacería de brujas se consolida como una de las propuestas más desafiantes del año. Es una película que no busca respuestas, sino reflexión: un espejo incómodo sobre cómo el poder, el silencio y la culpa siguen moldeando nuestras instituciones y nuestras relaciones.

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