‘El ruido y el velo’, de María Cristina Sacristán
Fondo de Cultura Económica
AI comenzar el año de 1873, el juicio de incapacidad por enajenación mental contra Felipe Raigosa atrapó el interés público cuando la prensa denunció el uso siniestro de la justicia contra un destacado abogado y político mexicano. Para la medicina de la época, planteó el desafío de si una persona que razonaba podía estar loca y si era motivo suficiente para perder el ejercicio de sus derechos civiles. En medio de las controversias médicas, la trascendencia mediática, los intereses patrimoniales en disputa y las sospechas de parcialidad de algunos magistrados, este litigio demostró la estrecha colaboración entre la familia, la medicina y el derecho. La sentencia autorizó que una mujer casada como Manuela Moncada viviera fuera del hogar conyugal, manejara su patrimonio y educara a sus hijos sin la mirada vigilante de su marido, en franca oposición a las directrices del liberalismo de esa época. En contrapartida, Felipe Raigosa se empeñó en levantar un sistema de defensa desde su experiencia psicótica para enfrentar un fallo que lo declaró incapaz, lo sujetó a tutela y arrasó con su reputación pública. Una «locura jurídica» que lo llevó a forjarse una nueva identidad a partir del disfrute de una serie de derechos que no eran los modernos derechos civiles consagrados por el orden constitucional, sino derechos tradicionales que arraigaban en el Antiguo Régimen.