Investigación de Mayo Clinic revela que la estimulación cerebral como tratamiento podría resolver la adicción a las drogas

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Hace más de 60 años, un pionero investigador mostró cómo un pulso de electricidad en el cerebro de un toro de carga podría ser utilizado para detener al animal en su trayectoria. Hoy en día, la neuroestimulación se usa para tratar una variedad de enfermedades humanas, incluyendo la enfermedad de Parkinson, temblor, trastorno obsesivo-compulsivo y síndrome de Tourette. Un neurocirujano de Mayo Clinic y sus colegas creen que una forma de tratamiento llamada estimulación cerebral profunda (ECP), está lista para resolver uno de los mayores desafíos de la salud pública: la adicción a las drogas.

«La adicción a las drogas es una enorme y urgente demanda médica», afirma el Dr. y Ph. D. Kendall Lee, que publicó casi 100 artículos científicos acerca de la ECP junto con sus compañeros. La clave para tratarla afirma, es eliminar el placentero «tener un subidón» que viene con la adicción — algo que la ECP eventualmente puede hacer.

«En este momento, tenemos varios estudios iniciales que prometen suministrar el rápido aumento de dopamina que hace que las personas tengan un subidón», dice el Dr. Lee, neurocirujano de Mayo Clinic en Rochester, Minnesota.

En 2023, un récord de 112.000 personas murió en los Estados Unidos después de una sobredosis de drogas, lo cual incluye drogas ilegales y opioides recetados. En 2019, a nivel mundial, alrededor de 600,000 muertes se atribuyeron al uso de drogas. A pesar de que varios tratamientos psicológicos y farmacéuticos están disponibles para la adición, alrededor del 75% al 98% de los pacientes presentan reincidencia.

«Lo que es único en la adicción es que se crea un patrón en el cerebro que se perpetúa a sí mismo», explica el psiquiatra de Mayo Clinic, el Dr. Tyler Oesterle.»Básicamente, este comportamiento se refuerza, haciéndolo mucho más resistente a la intervención.»

El cerebro está listo para hacer del placer una prioridad. El sistema de recompensa del cerebro conecta dos pequeñas regiones: el área tegmental ventral de Tsai, que libera la dopamina química para sentirse bien, y el núcleo accumbens, que controla la memoria y el comportamiento. El primero es la razón por la que se siente un shock de placer después de morder una hamburguesa. Es por eso que su boca saliva cada vez que huele a alguien encendiendo una parrilla. Las drogas pueden abrumar este sistema al inundarlo de dopamina y reforzar los vínculos que sustentan la adicción.

¿Pero qué pasaría si pudiera cortocircuitar el sistema de recompensas? Si las drogas dejaran de provocar el estado de subidón, ¿sería más sencillo dejar de usarlas? Una investigación preliminar realizada en modelos animales y humanos, sugiere que es posible reducir el comportamiento de búsqueda de drogas estimulando eléctricamente las regiones cerebrales asociadas con la recompensa. «Los resultados son prometedores, pero aún no sabemos cómo funciona», dice el ingeniero biomédico de Mayo Clinic, Ph.D. Hojin Shin. «Lo que realmente necesitamos es una técnica que nos permita ver cómo funciona el cerebro y cómo cambia el cerebro en respuesta a la estimulación, para que podamos utilizar esa información para mejorar el tratamiento.»

Como parte del Laboratorio de Ingeniería Neuronal de Mayo Clinic, el Dr. Shin y su compañero, el Ph.D. Yoonbae Oh, han estado ocupados desarrollando nuevas técnicas para medir sustancias químicas cerebrales, como la dopamina y la serotonina, en tiempo real. Las versiones más recientes utilizan electrodos compuestos de fibras de carbono flexibles, más delgadas que un cabello humano, conectadas remotamente a un circuito electrónico que puede simultáneamente estimular neuronas y detectar neuroquímicos.

Los investigadores utilizaron sus innovaciones para obtener información importante sobre la ECP y los mecanismos de adicción. En un estudio, utilizaron la ECP para activar el área tegmental ventral de Tsai productora de dopamina en cerebros de roedores. Luego administraron una dosis de un estimulante altamente adictivo. El tratamiento experimental con la ECP redujo el flujo de dopamina al núcleo accumbens, el centro de recompensa del cerebro, casi a la mitad.

En otro estudio, el equipo probó el enfoque en un modelo de roedor con adicción a los opioides. Cuando les dieron a los modelos un poderoso opioide, notaron un aumento en los niveles de dopamina. Pero cuando trataron a los modelos con la ECP antes de administrar el medicamento, ese pico nunca ocurrió. El tratamiento experimental también pareció inhibir la depresión respiratoria, las dificultades respiratorias responsables de la mayoría de las muertes por sobredosis de opioides.

Recientemente, el equipo ha recibido una subvención de los Institutos Nacionales de la Salud para obtener la aprobación de una Exención de Dispositivo de Investigación de la Food and Drug Administration (FDA), un paso necesario para futuros estudios preclínicos y ensayos clínicos de este tratamiento experimental.

«Ver la adicción como un problema biológico y abordarlo con tratamientos biológicos como ese, es un cambio de paradigma», explica el Dr. Oesterle. «Sabemos que las intervenciones conductuales o farmacéuticas estándar no funcionan para todos. Vamos mucho más allá de los límites porque sabemos que necesitamos hacer algo diferente, realmente diferente, para ayudar a la gente a reconstruir su propia vida.»

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