Me da miedo conectar con mi vulnerabilidad: Luis Arrieta

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Por Sofía Lamont

Sin duda, el actor Luis Arrieta es un ser relajado, apasionado de su trabajo, que siempre está buscando generar nuevos proyectos actorales para él y sus compañeros de carrera. En su área es polifacético, lo mismo escribe, dirige o actúa. Su carrera es prolifera, por ejemplo: cine, El Día que Todo Cambió; teatro, Tom Pain y televisión, Paramédicos. Llegó a la entrevista tranquilo, sonriente, portando unos jeans; playera negra holgada; tenis y gorra… En esta ocasión para hablar de su actual proyecto: Hombre, su más reciente monólogo.

“Tienes que entrevistar al actor…” Me dije a mí misma. Logré contactar al prota: Luis Arrieta. Agendamos una cita. Llegó el día. Conseguí que un restaurante de la Condesa nos prestara un espacio para realizar la entrevista. Para variar el tráfico estaba intenso. Pero llegué en punto, aunque corriendo y medio agitada. Busqué al gerente del restaurante, para preparar el escenario. No encontraba ni el nombre del señor. “Disculpe, ¿está el gerente?”, pregunté muy segura, aunque no tenía ni idea de su nombre. “ahorita, viene Gustavo” me contestó la persona que estaba en recepción. Mi cabeza está llena de estereotipos creados por mí misma: me imaginé que llegaría un señor de traje gris, un poco panzón, con corbata roja, peinado con mucho gel de raya al lado… La vida me jugó bien, lejos de lo que imaginé, apareció un hombre como de unos 40 años, guapo, con un peinado y con la barba perfecta, bien vestido: jeans, camisa, unos tenis muy cool, no sé si traía loción, pero así lo estoy reinventando: olía delicioso, un aroma que solo existe en mi imaginación… Me enamoré. Además, con un acento argentino porteño… Puff lo amo… Pero, como yo soy una profesional: disimulé. Casi al mismo tiempo llegó mi entrevistado y yo en las nubes del amor… Eso solo lo sabía yo. Nos enseñó a Luis y a mí los espacios que tenía disponibles para la entrevista, pero la verdad estaban muy ruidosos y poco íntimos para realizar la charla. Nos fuimos al Parque España. Ahí encontramos una banquita muy coqueta, libre de mucho ruido y gente. Comencé a grabar. De pronto a mi celular se le bloqueó la pantalla. No le sé mucho a la tecnología. Le tuve que decir a mi entrevistado que la pantalla se bloqueó y que la grabación se paró. “¡Qué raro!” me dijo. Busqué el video a ver si se había grabado el principio de la entrevista. ¡Oh sorpresa! No se había grabado nada. “Perdón, ¿podemos volver a empezar?”. ¡Qué me doy cuenta! Se bloqueó la pantalla porque no estaba grabando, sino tomando foto. Mi ignorancia de la tecnología había llegado a niveles insospechados… No sabía en dónde meterme, se lo confesé al entrevistado “es que…  este… no grabé… O sea, yo creía que sí, pero no… Te tomé una foto… de la entrevista.” Se escucha rarísimo, pero así le hice… “ja,ja,ja…” Soltó la carcajada Luis y hasta me confesó “mi mujer es igual con la tecnología”. Descansé, hasta creyente me volví “GAD, no soy la única” me consolé. Ahora sí grabé…

Sin duda, el actor Luis Arrieta es un ser relajado, apasionado de su trabajo, que siempre está buscando generar nuevos proyectos actorales para él y sus compañeros de carrera. Así se presentó jeans; playera negra, holgada; tenis; gorra… En esta ocasión para hablar de su actual proyecto: el monólogo Hombre.

Accedió a contestar mis preguntas. Claramente reflexiona las respuestas. Responde con palabras, pero también con gestos de ojos, nariz, boca… Hasta con las manos. También es muy sonriente.

– ¿Por qué escogiste a una mujer, Paula Zelaya, para dirigir el monólogo que tú escribiste, Hombre, que habla de que a los hombres no les gusta sentirse vulnerables y, generalmente, no expresan sus sentimientos?

-Elegí a Paula Zelaya, porque vi muchas obras de ella como directora. Además, es escritora y adapta guiones, y me fascina su trabajo. Tenía ganas de trabajar con ella le mandé el texto y le encantó. Ella es muy exigente, no acepta todo lo que le piden dirigir.

No lo pude evitar le cuestioné. “¿Crees que fue un acierto elegir a una mujer como directora?” enseguida me respondió “claro, pero la elegí por su trabajo, no por ser mujer”. Pero reconoció que fue hasta los ensayos donde se dio cuenta que fue perfecto que su directora fuera una fémina “desde mi masculinidad tengo ciertos sesgos. Ella con su postura femenina pudo ampliar la visión y hacer un texto más complejo.”

– ¿Sientes que la dirección de Paula le dio un toque más femenino y sensible a tu obra?

– Sí. desde lo femenino, hizo que la obra fuera mucho más sensible. Al final a los hombres no se nos ha enseñado a ser vulnerables, a las mujeres sí. Cuando eres niño y lloras, te dicen no seas niña, no llores.

A veces, cuando se trata de hablar de sentimientos podemos caer en lo cursi. Incluso, muchas veces, lo cursi se nos atribuye más a las mujeres. Me quedé pensando “¿No te dio miedo de caer en el otro extremo de lo masculino, de lo no sensible: la cursilería…? Frunció la nariz y muy enfático expresándolo también con las manos afirmó: “Paula, al igual que yo, odia el melodrama y lo cursi. Entonces es una obra muy conmovedora que tampoco cae en el melodrama y en lo cursi.”

– ¿No crees que el meter el tema del uso excesivo de las redes sociales rompes con el ambiente de reflexión y vulnerabilidad en el que nos mete el monólogo?

-Al contrario. Yo creo que hoy en día en la sociedad hay una crisis de vulnerabilidad. Es cierto que tenemos que ser fuertes y no podemos estar todo el tiempo vulnerables. Pero las redes y los aparatos, sobre todo, la adicción a las redes sociales, nos ayudan a no ser vulnerables. Por ejemplo, te subes a un elevador, que es un momento muy vulnerable, porque tienes que ver a la gente y ¿qué hacen las personas? Se meten en su celular, en sus redes sociales.

– ¿Tú obra también es una crítica a las redes sociales?

-Más que a las redes sociales es a los teléfonos celulares. Por ejemplo, les digo, ya va a terminar la obra, ya pueden seguir anestesiados en sus teléfonos.

En los teléfonos nos mandamos mensajes, nos conectamos con otras personas, no debería de ser un obstructor de la vulnerabilidad, sino todo lo contrario… Le comenté al actor. Con voz un poco melosa agregó “la gente te manda mensajes muy bonitos, te da likes, te mandan mensajitos con corazoncitos…” ya con voz firme y masculina muy de hombre agregó “Pero por qué no te lo dicen en la vida, por qué no te llaman en tu cumpleaños y te dicen que te quieren mucho… ¡La vulnerabilidad nos está fallando!” Arrieta muy seguro pone un alto con la mano al mismo tiempo que expresa: “¡En el teléfono no somos vulnerables!: no hablamos con extraños, con los vecinos, ni con la gente de la colonia… Estamos metidos en el celular.

– ¿Tú crees que el público masculino que evita la vulnerabilidad quiera ir a ver Hombre?

-Sí, porque los hombres sentimos al igual que las mujeres. Justo es nuestra falta de expresividad lo que nos frustra. Digo, yo como hombre, cuando, por ejemplo, me siento triste, la manera de sacarlo es estar enojado.

– ¿Cómo sabes que a los hombres les está llegando tu obra?

Me han mandado mensajes: “lloré toda la obra y nunca había llorado en el teatro, me hiciste pensar muchas cosas sobre lo que es ser un hombre, lo que es la masculinidad…” Yo creo que lo hombres, sobre todo, hoy en día, estamos habidos de poder lidiar con nuestras emociones de una forma mucho más abierta y más sana.

No me aguanté y para finalizar lo cuestioné. “Luis, ¿tú sabes expresar tus emociones?” “No… ja,ja,ja… por eso escribo este monólogo. Estoy aprendiendo. Me pasa mucho lo que al personaje de Hombre, Rodrigo: de pronto cuento cosas muy íntimas y me cierro, diciendo un chistecito.  Quiero conectar con mi vulnerabilidad y me da miedo.

– ¿Qué estás haciendo para conectar y no dejarte llevar por el miedo?

Sigo trabajando en mí: voy a terapia. Todos los hombres debemos ir a terapia.

Terminó la entrevista nos aproximamos al punto de encuentro, de nuevo el restaurante. Me volví a acordar que me enamoré del gerente. Seguí disimulando. Llegamos, me despedí de Luis. La vida se puso de mi lado: conocí a un gerente muy guapo, logré mi entrevista y libramos la lluvia. Porque justo en el momento que volvimos al restaurante comenzó a diluviar. Hasta granizo cayó. ¡Oh tristeza! El gerente estaba con su novia, por cierto, de verdad, no era tan guapa como él. No es envida… Tuve que esperar a que bajara la tormenta. Cuando el agua amainó. El gerente, mi gerente, le pidió al del valet parking que me acompañara con el paraguas hasta mi coche: “puff… además caballeroso… Ya concéntrate…” Me dije.

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