La reproducción asistida necesita menos tabú y más verdad

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Quienes enfrentan dificultades para concebir a menudo lo hacen en silencio. Callan por vergüenza, por miedo al juicio o porque no saben a dónde acudir. En medio de los avances médicos más impresionantes del último siglo, la infertilidad sigue envuelta en prejuicios que duelen, que aíslan, que desinforman.

Pero la realidad es otra. Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada seis personas en edad reproductiva en el mundo enfrenta dificultades para tener un hijo. Y aunque existen tratamientos cada vez más accesibles y efectivos, todavía hay muchos mitos que distorsionan la experiencia de quienes se acercan a la reproducción asistida.

Por ello, Ingenes el Instituto líder en fertilidad y genética nos comparte algunos mitos que se deben de desmitificar. Uno de los más comunes es pensar que la infertilidad siempre es culpa de la mujer. La ciencia lleva décadas desmintiendo esa idea. Ingenes menciona que en más del 40% de los casos, el factor masculino también está presente. Aun así, muchas mujeres cargan con la culpa, los procedimientos más invasivos y el estigma social. El deseo de tener un hijo debería compartirse, no repartirse como una carga.

Otro mito repetido es que el estrés impide quedar embarazada. Si bien el estrés puede afectar algunas funciones del cuerpo, no es la causa directa de infertilidad. Sin embargo, sí importa. La salud emocional juega un papel clave durante cualquier tratamiento. No se trata solo de que el cuerpo funcione, sino de que la persona se sienta acompañada, comprendida y cuidada.

También está la idea de que los tratamientos interrumpen por completo la vida diaria. La realidad es distinta. Hoy existen esquemas que se adaptan a las rutinas, sin pedir que las personas abandonen su trabajo o vida personal. Lo que se necesita es planeación, acompañamiento y empatía desde las clínicas.

Muchos piensan que si un tratamiento no funciona en el primer intento, ya no hay esperanza. La reproducción asistida no es una moneda al aire. Cada ciclo ofrece información valiosa que ayuda a ajustar el siguiente. No se trata de un todo o nada. Es un camino que se afina paso a paso.

Ingenes menciona que otro mito relevante es creer que solo las parejas heterosexuales pueden acceder a estos tratamientos. Cada vez son más las mujeres solas, parejas del mismo sexo o personas trans que deciden formar una familia por esta vía. La medicina no impone un modelo de familia. Ofrece posibilidades para quienes deciden dar el paso.

También se suele decir que si ya tuviste un hijo, no puedes tener infertilidad. Eso es falso. Existe la infertilidad secundaria, que afecta a personas que sí han tenido un embarazo previo, pero luego enfrentan dificultades para volver a concebir. Y muchas veces, por ese antecedente, tardan más en buscar ayuda.

El tema del dinero aparece pronto en la conversación. Se cree que los tratamientos son inaccesibles. Pero cada vez hay más modelos de financiamiento, opciones integrales y programas que permiten planear con mayor claridad.

Otro mito muy dañino es que solo las personas desesperadas acuden a clínicas de fertilidad. Eso ignora por completo el derecho a decidir. La reproducción asistida también es una opción para quienes quieren preservar su fertilidad, prevenir dificultades futuras o simplemente tener el control sobre cuándo y cómo formar una familia.

También se escucha que los tratamientos médicos interfieren con lo natural. Pero no hay nada más natural que querer dar vida. La tecnología no reemplaza ese deseo, lo acompaña. Respetar el cuerpo también es darle acceso a herramientas que puedan ayudarlo.

Y finalmente, muchas personas creen que si no se logra un embarazo tras unos meses, ya deben correr al médico. Lo cierto es que depende de la edad, de los antecedentes y del contexto. En general se recomienda esperar entre seis y doce meses antes de hacer estudios, pero lo más importante es acudir a una primera consulta informativa sin miedo ni prisa, solo con claridad.

“Derribar estos mitos no es solo cuestión de datos. Es una manera de abrir el camino a más personas, de quitarles el peso del juicio y de ayudarlas a tomar decisiones informadas. Porque cuando se habla de fertilidad, lo que más se necesita no es perfección ni certezas absolutas. Se necesita compasión. Y también verdad”, comenta la Dra. Claudia Castillo, directora Médica en Ingenes.

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