¡San Russell al rescate!

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Apesar de que «The Pope’s Exorcist» cuenta con la personalidad de Russell Crowe y una sólida dirección, su débil trama la hace quedar como una película más del montón.

Julia (Alex Essoe) es una ciudadana estadounidense que junto con sus hijos Henry (Peter DeSouza-Feighoney) y Amy (Laurel Marsden) llega en 1987 a España para reparar y vender una abadía, herencia de su fallecido esposo.

Al poco tiempo de haberse instalado, Henry empieza a manifestar señales de posesión demoníaca, por lo que la Iglesia asigna al padre Gabriele Amorth (Russell Crowe) para exorcizarlo. El sacerdote, además, descubre un secreto de la institución.

Sin «The Exorcist» habría un boquete en la cultura popular y el cine, pero particularmente en el horror. Ser por casi 50 años el máximo referente de un tipo de historias donde Dios y el Diablo combaten por el alma de un ser humano no es poca cosa. Por lo tanto y como decía mi abuelo «todo lo demás viene detrás», y resulta rara la película de posesión que llega a marcar un hito. Reconozcámoslo: fuera de «The Exorcism of Emily Rose» (Scott Derrickson, 2005) no ha habido otra película que compita con el clásico de William Friedkin; si acaso «The Conjuring» (2015), pero su tropo no es la posesión demoníaca, sino la casa embrujada.

EL VERDADERO EXORCISTA

Para bien o mal, «The Pope’s Exorcist» viene a engrosar la interminable lista de títulos sobre posesiones demoníacas. Se presenta con la frase «basada en las memorias del padre Gabriele Amorth» (1925-2016), cuyo trabajo en la materia y demonología le valieron efectuar cientos de exorcismos en su natal Italia y al parecer en el mundo.

Dicha reputación impresiona, y si tomamos en cuenta lo visto en «The Exorcist» nos pone a pensar qué no habrá visto o experimentado el padre Amorth en sus rituales. La idea de realizar una película basada en sus experiencias no tiene nada de malo, sólo que su argumento es un remix de situaciones vistas hasta el cansancio para quienes gustamos del subgénero y su espectador casual. Pero no todo está perdido cuando tienes un director capaz como Julius Avery, y al ganador del Oscar a Mejor Actor, Russell Crowe.

«LET RUSS COOK»

Permítanme explicar una frase hecha en el fútbol americano de la NFL que dice «Let Russ Cook», acuñada cuando el entonces quarterback de los Seahawks de Seattle, Russell Wilson, se las arreglaba para llevar a su equipo a la victoria. Significa «Déjalo jugar, se toma tiempo pero él hará el trabajo». Ocurre lo mismo con el actor neozelandés en este filme: Gran parte de que no sea un desastre total se debe a él; le da estilo, personalidad, es la estrella y lo demuestra.

Interpreta a un padre Amorth rebelde, respondón a las autoridades eclesiásticas, que maldice, toma whisky, cuenta chistes al demonio porque dice que no soporta el humor y conduce una motoneta, sin casco, pero con lentes. Es la encarnación del padre cool y desfachatado que caería bien a mamá. En las escenas intensas, Crowe destaca inyectando a la película una fuerza actoral que evita se caiga a pedazos.

ATINADA DIRECCIÓN

Julius Avery dirigió la grotesca y genial «Overlord» (2018), donde hizo gala del terror y el gore; éste último lo emplea en «The Pope’s Exorcist» no a niveles exagerados pero sí bien ejecutados. El manejo de la cámara, estilo visual y ritmo que Avery da al filme es lo que la hace entretenida. Además hace buen trabajo con los actores secundarios: Alex Esso hace demasiado con Julia, un personaje tan poco desarrollado; ojalá le den mejores papeles donde en verdad pueda aprovechar su talento demostrado en «Starry Eyes» (2014) y la producción de Mike Flanagan «Midnight Mass» (2021).

A sus 12 años Peter DeSouza-Feighoney interpreta convincentemente su papel de poseído, ¡y el lenguaje que utiliza! Ni a Guns N’ Roses le he escuchado una canción tan soez como los diálogos que le escribieron a este muchacho. Quien queda a deber es Laurel Marsden, conocida por aparecer en la serie «Ms. Marvel», pero aquí pasa sin pena ni gloria, no por su desempeño, sino el material que le dieron y el nulo desarrollo otorgado a su personaje.

PRESENCIA TICA

Hay que destacar la aparición del costarricense Daniel Zovatto, quien ha tenido papeles en «It Follows» (2014), «Don’t Breathe» (2015) y las series «Fear the Walking Dead» y «Penny Dreadful: City of Angels». Aquí tiene un enorme escaparate como el padre Esquibel, el escudero de Amorth. Dentro de la débil estructura de su personaje, tiene un momento interesante cuando se revelan mutuamente sus fallas como religiosos y seres humanos. Su química es buena y no cualquiera es elegido para actuar junto a un ganador del premio de la Academia. Habrá que seguirle la pista a este orgullo tico.

DÉJÀ VU DE ESCENAS

La competente dirección e interpretaciones mantienen a flote una historia débil, que no aporta algo novedoso al subgénero y lo que muestra ya se ha hecho demasiadas veces. No puede sostenerse por sí sola, quiere hacer válido su factor de impacto pero no convence. En el caso de que ustedes o yo nunca hubiéramos visto una película de exorcismos, estas escenas seguro nos harían decir: «¡Díos mío, me asusté mucho! ¡Nunca había visto algo como esto!» Pero con un sólo filme del género que hayamos visto le quita lo espeluznante.

También queda a deber la construcción y desarrollo de personajes. La familia afectada no despierta interés, ni como clan ni individualmente; no se pide que sean profundos o complejos, pero sí que tengan un poco de sustancia para conectar con el espectador. Simplemente se presentan, sabemos lo más elemental de ellos, y lo peor: salen de la historia tan súbito como llegaron.

Agreguen el desfile de escenas ya vistas (poseídos trepando las paredes, palabras escritas en la piel, el momento donde todo parece perdido…) y tenemos una película genérica, donde no pasa nada si la vemos o no. Fuera de su dirección, atmósfera y el desempeño de Russell Crowe, no tiene cosas destacadas y mucho menos hace aportaciones al subgénero, dando como resultado una trama que entre bostezos uno dice «Esta película ya la vi».

EN RESUMEN…

La buena dirección y la presencia de Russell Crowe no pueden salvar a «The Pope’s Exorcist». Su conclusión prepara el terreno para una secuela pero, ¿en verdad habría interés por verla? La abundancia de casos permitiría crear un «Amorthverso» como el del Conjuro, pero si hubiera segunda parte sería una sorpresa.
¿Puede apreciarse? Difícilmente porque apenas si entretiene y no logra destacar entre tantas películas del subgénero.

Aunque le hayan dado un final al estilo «Men In Black» y un giro conspirativo, «The Pope’s Exorcist» carga con un demonio difícil de exorcizar llamado inconsistencia narrativa.

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